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normale


rallentato


II.- Vida infantil
II.- Das Leben eines Kindes

Al llegar a Madrid, Andrés le dio a su hermana Margarita instrucciones de cómo
debían instalarse en la casa. Unas semanas después tomaron el tren, don Pedro,
Margarita y Luisito. Andrés y sus otros dos hermanos se quedaron en Madrid.
Andrés tenía que repasar las asignaturas de la Licenciatura.
Para librarse de la obsesión de la enfermedad del niño se puso a estudiar como nunca lo había hecho.
Algunas veces iba a visitar a Lulú y le comunicaba sus temores.
—Si ese chico se pusiera bien —murmuraba.
—¿Le quiere usted mucho? —preguntó Lulú.
—Sí, como si fuera mi hijo.
Era yo ya grande cuando nació él, figúrese usted.
Por junio, Andrés se examinó del curso y de la Licenciatura, y salió bien.

—¿Qué va usted a hacer? —le dijo Lulú.
—No sé; por ahora veré si se pone bien esa criatura, después ya pensaré.

Als er in Madrid ankam, gab Andrés seiner Schwester Margarita Anweisungen, wie man das Haus einrichten sollte. Einige Wochen später nahmen Don Pedro,
Margarita und Luisito den Zug. Andrés und seine anderen zwei Brüder blieben in Madrid. Andrés musste die Fächer des Staatsexamens nochmals durchgehen.
Um sich von der Besessenheit der Krankeit des Kindes zu befreien, begann er zu lernen, wie er es noch nie gemacht hatte. Ab und zu besuchte er Lulú und teilte ihr seine Befürchtungen mit.
„Wenn dieser Knabe gesund würde“, murmelte er.
„Sie lieben ihn sehr?, fragte Lulú.

„Ja, so als wäre er mein Sohn. Ich war schon gross, als er zur Welt kam, stellen Sie sich vor.“
Im Juni legte Andrés die Prüfung des Kurses und des Staatsexamens ab und bestand.
„Was werde Sie machen?, fragte ihn Lulú.
„Ich weiss nicht; für den Moment werde ich sehen, ob es diesem Geschöpf besser geht, und nachher werde ich darüber nachdenken.“


El viaje fue para Andrés distinto, y más agradable que en diciembre; tenía dinero, y tomó un billete de primera. En la estación de Valencia le esperaba el padre.
—¿Qué tal el chico? —le preguntó Andrés.
—Está mejor.
Dieron al mozo el talón del equipaje, y tomaron una tartana, que les llevó
rápidamente al pueblo.
Al ruido de la tartana salieron a la puerta Margarita, Luisito y una criada vieja. El
chico estaba bien; alguna que otra vez tenía una ligera fiebre, pero se veía que mejoraba.
La que había cambiado casi por completo era Margarita; el aire y el sol le habían dado un aspecto de salud que la embellecía. Andrés vio el huerto, los perales, los albaricoqueros y los granados llenos de hojas y de flores.
La primera noche Andrés no pudo dormir bien en la casa por el olor a raíz
desprendido de la tierra.
e Reise war für Andrés anders und angenehmer als im Dezember; er hatte Geld und nahm ein Erstklassbillet. Der Vater erwartete ihn am Bahnhof von Valencia. “Wie geht es dem Jungen?“, fragte ihn Andrés.
“Es geht ihm besser.”
Sie gaben dem Gepäckträger den Gepäckschein, nahmen einen Planwagen, der sie schnell zum Dorf brachte. Als Margarita, Luisito und eine alte Magd den Lärm des Planwagens hörten, kamen sie zur Tür. Dem Jungen ging es gut; ab und zu hatte er leichtes Fieber, aber man sah, dass er auf dem Weg der Besserung war.
Die, die sich fast komplett geändert hatte, war Margarita; die Luft und die Sonne hatten ihr ein gesundes Aussehen, das sie schöner machte, gegeben. Andrés sah den Gemüsegarten, die Birn-, Aprikosen- und Granatapfelbäume, voll mit Blättern und Blüten. Die erste Nacht konnte Andrés nicht gut schlafen, weil es im Haus nach aus der Erde entnommenen Wurzeln roch.

Al día siguiente Andrés, ayudado por Luisito, comenzó a arrancar y a quemar todos los hierbajos del patio. Luego plantaron entre los dos melones, calabazas, ajos, fuera o no fuera tiempo. De todas sus plantaciones lo único que nació fueron los ajos. Éstos, unidos a los geranios y a los dompedros, daban un poco de verdura; lo demás moría por
el calor del sol y la falta de agua.
Andrés se pasaba horas y horas sacando cubos del pozo. Era imposible tener un
trozo de jardín verde. En seguida de regar, la tierra se secaba, y las plantas se doblaban tristemente sobre su tallo.

En cambio todo lo que estaba plantado anteriormente, las pasionarias, las hiedras y las enredaderas, a pesar de la sequedad del suelo, se extendían y daban hermosas flores; los racimos de la parra se coloreaban, los granados se llenaban de flor roja y las naranjas iban engordando en el arbusto.

Am nächsten Tag begann Andrés, mit Luisitos Hilfe, alles Unkraut des Hofes auszureissen und zu verbrennen. Die Zwei pflanzten später Melonen, Kürbisse, Knoblauch, ob es nun die Zeit dazu war oder nicht. Von all ihren Pflanzungen war der Knoblauch das Einzige, was wuchs. Dieser, zusammen mit den Geranien und den Wunderblumen, hinterliessen ein wenig Grün; der Rest starb wegen der Hitze der Sonne und des Wassermangels.
Andrés verbrachte Stunden und Stunden damit, Eimer aus dem Brunnen herauszuholen. Es war unmöglich, ein Stück von grünem Garten zu haben. Gleich nach dem Wässern, trocknete die Erde und die Pflanzen neigten traurig ihre Stängel. Alles was hingegen vorher gepflanzt worden war, die Passionsblumen, die Efeus und die Kletterpflanzen breiteten sich aus und trugen wunderschöne Blumen, trotz der Trockenheit des Bodens; die Trauben der Weinlaube färbten sich, die Granatapfelbäume füllten sich mit roten Blüten und die Orangen im Busch wurden immer dicker.

Luisito llevaba una vida higiénica, dormía con la ventana abierta, en un cuarto que
Andrés por las noches regaba con creosota. Por la mañana, al levantarse de la cama, tomaba una ducha fría en el cenador de Flora y Pomona. Al principio no le gustaba, pero luego se acostumbró.
Andrés había colgado del techo del cenador una regadera enorme, y en el asa ató una cuerda que pasaba por una polea y terminaba en una piedra sostenida en un banco.
Dejando caer la piedra, la regadera se inclinaba y echaba una lluvia de agua fría.
Por la mañana, Andrés y Luis iban a un pinar próximo al pueblo, y estaban allí
muchas veces hasta el mediodía; después del paseo comían y se echaban a dormir.
Por la tarde tenían también sus entretenimientos: perseguir a las lagartijas y salamandras, subir al peral, regar las plantas. El tejado estaba casi levantado por los panales de las avispas; decidieron declarar la guerra a estos temibles enemigos y quitarles los panales.
Fue una serie de escaramuzas que emocionaron a Luisito y le dieron motivo para muchas charlas y comparaciones.
Por la tarde, cuando ya se ponía el sol, Andrés proseguía su lucha contra la
sequedad, sacando agua del pozo, que era muy profundo.
Luisito führte ein gesundes Leben, er schlief bei offenem Fenster, in einem Zimmer, das Andrés nachts mit Kreosot bestreute. Nach dem Aufstehen am Morgen nahm er eine kalte Dusche in der Laube von Flora und Pomona. Am Anfang gefiel ihm das nicht, aber später gewöhnte er sich daran. Andrés hatte an der Decke der Laube eine sehr grosse Giesskanne aufgehängt und am Henkel befestigte er ein Seil, das über eine Rolle lief und in einem Stein endete, der auf einer Bank aufgestellt war. Liess man den Stein fallen, neigte sich die Giesskanne und schüttete eine Unmenge kaltes Wasser aus. Am Morgen gingen Andrés und Luis in einen Pinienwald nahe beim Dorf und dort blieben sie oft bis zum Mittag; nach dem Spaziergang assen sie und legten sich schlafen. Auch am Nachmittag hatten sie ihren Zeitvertreib: Sie verfolgten die Eidechsen und Salamander, kletterten auf den Birnbaum, wässerten die Pflanzen. Das Dach befand sich quasi über den Wespenwaben; sie entschieden sich, diesen schrecklichen Feinden, den Krieg zu erklären und die Waben zu entfernen. Es gab viele Scharmützel, die Luisito Anlass zu Plaudereien und Vergleichen gaben. Abends wenn die Sonne unterging, fuhr Andrés mit seinem Kampf gegen die Trockenheit fort und holte Wasser aus dem sehr tiefen Brunnen.

En medio de este calor sofocante, las abejas rezongaban, las avispas iban a beber el agua del riego y las
mariposas revoloteaban de flor en flor. A veces aparecían manchas de hormigas con alas en la tierra o costras de pulgones en las plantas.
Luisito tenía más tendencia a leer y a hablar que a jugar violentamente. Esta
inteligencia precoz le daba que pensar a Andrés. No le dejaba que hojeara ningún libro, y le enviaba a que se reuniera con los chicos de la calle.
Andrés, mientras tanto, sentado en el umbral de la puerta, con un libro en la mano, veía pasar los carros por la calle cubierta de una espesa capa de polvo. Los carreteros, tostados por el sol, con las caras brillantes por el sudor, cantaban tendidos sobre pellejos de aceite o de vino, y las mulas marchaban en fila medio dormidas.
Al anochecer pasaban unas muchachas, que trabajaban en una fábrica, y saludaban a Andrés con un adiós un poco seco, sin mirarle a la cara. Entre estas chicas había una que llamaban la Clavariesa, muy guapa, muy perfilada, solía ir con un pañuelo de seda en la mano agitándolo en el aire, y vestía con colores un poco chillones, pero que hacían
muy bien en aquel ambiente claro y luminoso.
Luisito, negro por el sol, hablando ya con el mismo acento valenciano que los
demás chicos, jugaba en la carretera.
Mitten in dieser stickigen Hitze brummten die Bienen, die Wespen tranken Wasser von der Bewässerung und die Schmetterlinge flatterten von Blüte zu Blüte. Manchmal tauchten geflügelte Ameisenschwärme auf dem Boden oder Lausschorf an den Pflanzen auf. Luisito neigte mehr zum Lesen und Plaudern als zum gewalttätigen Spielen. Diese frühreife Intelligenz gab Andrés zu denken. Er liess ihn in keinem Buch blättern und schickte ihn hinaus, damit er mit den Strassenjungen zusammenkomme. Andrés sass unterdessen mit einem Buch auf der Türschwelle, sah die Karren auf der Strasse, die mit einer dichten Staubschicht bedeckt war, vorüberziehen. Die von der Sonne gebräunten Fuhrmänner mit schweissbedeckten Gesichtern sangen liegend über Öl- oder Weinschläuche und die Maultiere gingen halb schlafend in Reihen weiter. Beim Einnachten gingen ein paar Madchen, die in einer Fabrik arbeiteten, vorüber und grüssten Andrés, ohne ihm ins Gesicht zu sehen, mit einem etwas trockenen Adiós. Unter diesen Mädchen war eines, das sie Clavariesa nannten, sehr hübsch war, scharf geschnittene Gesichtszüge hatte, mit einem seidenen Taschentuch in der Hand winkte und etwas grellbunt gekleidet war, was aber sehr gut in jenes helle und leuchtende Milieu passte. Luisito, der sonnengebräunt war und nun mit demselben valencianischen Akzent wie die andern Knaben sprach, spielte auf der Strasse.

No se hacía completamente montaraz y salvaje como hubiera deseado Andrés, pero estaba sano y fuerte. Hablaba mucho. Siempre andaba contando cuentos, que
demostraban su imaginación excitada.

—¿De dónde saca este chico esas cosas que cuenta? —preguntaba Andrés a
Margarita.
—No sé; las inventa él.
Luisito tenía un gato viejo que le seguía, y que decía que era un brujo. El chico caricaturizaba a la gente que iba a la casa.
Una vieja de Borbotó, un pueblo de al lado, era de las que mejor imitaba. Esta vieja vendía huevos y verduras, y decía: “¡Ous, figues!” Otro hombre reluciente y gordo, con un pañuelo en la cabeza, que a cada momento decía: ¿”Sap”? era también de los modelos de Luisito.

Er war noch nicht ganz so ungezähmt und wild geworden, wie Andrés es sich gewünscht hätte, aber er war gesund und stark. Er sprach viel. Er erzählte immer Märchen, die seine angeregte Fantasie zeigten.
„Woher nimmt dieser Junge diese Dinge, die er erzählt?“, fragte Andrés Margarita.

„Ich weiss nicht; er erfindet sie.“
Luisito hatte eine alte Katze, die ihm überall hin folgte und bedeutete, dass er ein Hexermeister war. Der Junge charakterisierte die Menschen, die nach Hause gingen. Am besten imitierte er eine Alte aus Borbotó, einem Nachbardorf. Diese Alte verkaufte Eier und Gemüse und sagte: „Aier, Fiigä!“(Eier, Feigen) Ein anderer glänzender und dicker Mann, mit einem Taschentuch auf dem Kopf, der immer „Weisch?“ (weisst du) sagte, war auch eines von Luisito Vorbildern.


Entre los chicos de la calle había algunos que le preocupaban mucho. Uno de ellos
era el Roch, el hijo del saludador, que vivía en un barrio de cuevas próximo.
El Roch era un chiquillo audaz, pequeño, rubio desmedrado, sin dientes, con los
ojos legañosos. Contaba cómo su padre hacía sus misteriosas curas, lo mismo en las personas que en los caballos, y hablaba de cómo había averiguado su poder curativo. El Roch sabía muchos procedimientos y brujerías para curar las insolaciones y conjurar los males de ojo que había oído en su casa.

El Roch ayudaba a vivir a la familia, andaba siempre correteando con una cesta al brazo.
—Ves estos caracoles —le decía a Luisito—, pues con estos caracoles y un poco de arroz comeremos todos en casa.
—¿Dónde los has cogido? —le preguntaba Luisito.
—En un sitio que yo sé —contestaba el Roch, que no quería comunicar sus
secretos.

Unter den Jungs der Strasse hatte es einige, die ihm keine Ruhe liessen. Einer von ihnen war Roch, der Sohn des Quaksalbers, der in einem nahen Höhlenviertel lebte. Roch war ein frecher, kleiner, blonder, abgezehrter Junge, ohne Zähne, mit tiefliegenden Augen. Er erzählte, wie sein Vater misteriöse Behandlungen machte, egal, ob bei Menschen oder Pferden, und er sprach davon, wie er seine Heilkraft herausgefunden hatte. Roch kannte viele Verfahren und Hexereien, um Sonneneinwirkungen zu heilen und den bösen Blick zu beschwören, was er zu Hause gehört hatte. Roch half der Familie, sich zu ernähren, er lief immer mit einem Korb am Arm umher.
„Siehst du diese Schnecken?“, sagte er zu Luisito, „nun, mit diesen Schnecken und etwas Reis essen wir alle.“
„Wo hast du sie her?“, fragte ihn Luisito.

„Von einem Ort, den ich kenne“, antwortete Roch, der seine Geheimnisse nicht preisgeben wollte.


También en las cuevas vivían otros dos merodeadores, de unos catorce a quince
años, amigos de Luisito: el Choriset y el Chitano.
El Choriset era un troglodita, con el espíritu de un hombre primitivo. Su cabeza, su tipo, su expresión eran de un bereber. Andrés solía hacerle preguntas acerca de su vida y de sus ideas.

—Yo por un real mataría a un hombre —solía decir el Choriset, mostrando sus
dientes blancos y brillantes.

—Pero te cogerían y te llevarían a presidio.
—¡Ca! Me metería en una cueva que hay cerca de la mía, y me estaría allá.
—¿Y comer? ¿Cómo ibas a comer?
—Saldría de noche a comprar pan.
—Pero con un real no te bastaría para muchos días.
—Mataría a otro hombre —replicaba el Choriset, riendo.
El Chitano no tenía más tendencia que el robo; siempre andaba merodeando por ver
si podía llevarse algo.
Andrés, por más que no tenía interés en hacer allí amistades, iba conociendo a la
gente.

In den Höhlen lebten auch zwei andere Plünderer, so vierzehn bis fünfzehn Jahre alt, Freunde von Luisito: Choriset und Chitano.
Choriset war ein Höhlenbewohner mit dem Verstand eines primitiven Mannes. Sein Kopf, sein Typ, sein Ausdruck waren die eines Berbers. Andrés stellte ihm jeweils Fragen über sein Leben und seine Vorstellungen.
„Ich würde für einen Real (25 Centimos) einen Menschen töten“, pflegte Choriset zu sagen und zeigte seine glänzenden weissen Zähne.
„Aber sie würden dich verhaften und ins Gefängnis stecken.“
„Bewahre! Man würde mich in eine Höhle stecken, die in der Nähe von meiner ist, und dort würde ich sein.“ „Und zu essen? Wie würdest du essen gehen?“ Ich würde nachts hinausgehen, um Brot zu kaufen.“ „Aber ein Real würde dir nicht für viele Tage reichen.“ „Ich würde einen andern Mann töten“, antwortete Choriset lachend. Chitano hatte keine andere Neigung als den Diebstahl; immer lungerte er herum, um zu sehen, ob er sich etwas mitnehmen konnte. Andrés hatte kein Interesse, dort Freundschaften zu schliessen. Allmählich kannte er die Leute.

La vida del pueblo era en muchas cosas absurda; las mujeres paseaban separadas de los hombres, y esta separación de sexos existía en casi todo.
A Margarita le molestaba que su hermano estuviese constantemente en casa, y le
incitaba a que saliera. Algunas tardes, Andrés solía ir al café de la plaza, se enteraba de los conflictos que había en el pueblo entre la música del Casino republicano y la del Casino carlista, y el Mercaer, un obrero republicano, le explicaba de una manera pintoresca lo que había sido la Revolución francesa y los tormentos de la Inquisición.
Das Dorfleben war in vielen Dingen absurd; die Frauen spazierten getrennt von den Männern, und diese Geschlechtertrennung existierte beinahe in allem. Es ärgerte Margarita, dass ihr Bruder immer zu Hause war, und sie bestand darauf, dass er ausgehe. An manchen Abenden ging Andrés ins Café am Platz, er erhielt Kenntnis über die Konflikte zwischen der Musik des republikanischen Kasinos und der des karlistischen Kasinos, die es im Dorf gab, und Mercaer, ein republikanischer Arbeiter erklärte ihm auf eine malerische Weise, was die Französische Revolution und die Folter der Inquisition gewesen waren.






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